Lavar las hojas y secar. Pintar con un pincel cada hoja por ambos lados con clara de huevo y después, pasar cada hoja por el azúcar. Quedarán como rebozadas. Dejar en un plato con papel film para que no se peguen. Reservar a temperatura ambiente durante 1 día para que se endurezcan.

Mezclar el azúcar con la almendra, el huevo, el aroma y el ron hasta que esté bien integrado. Reservar en la nevera.

Montar a mano, o con ayuda de una batidora de varillas, la nata con la vainilla hasta que empiece a coger textura. Añadir el azúcar glas y dejar que monte con cuidado, para que no se corte. Cuando esté firme, disponer en una manga pastelera con boquilla lisa o en un recipiente en la nevera si no se dispone de manga. Reservar en la nevera.

Poner en un cazo a hervir el azúcar con el agua. Dejar hasta que tome un color ámbar no muy oscuro, con cuidado de que no se queme. Vigilar en todo momento. Cuando que esté listo, reservar fuera del fuego en el mismo cazo y dejar templar y que espese un poco, si está muy caliente no quedarán bien finos los filamentos que queremos crear.

Envolver una botella con papel de horno. Mezclar el caramelo con un tenedor para que se “pegue” ligeramente a este y disponer la botella forrada de forma horizontal. Comenzar a echar caramelo poco a poco, y sin parar de mover el tenedor de un lado a otro, para ir creando pequeños hilos (que serán nuestros filamentos). Cuanto más finos queden, mejor.

Después, dejar enfriar y retirar con cuidado del papel. No pasa nada porque se rompan un poco, lo importante es crear volumen sobre la tarta.

Estirar el hojaldre y cortar 4 círculos, del tamaño deseado, con ayuda de un bol o un cortapastas.

Precalentar el horno a 175ºC función arriba-abajo con ventilador.

Pelar y cortar las manzanas lo más fino posible. Reservar (es recomendable echarles unas gotas de limón para que no se oxiden).

Disponer sobre cada círculo un poco de crema de almendra sin llegar al borde. Colocar encima las manzanas en forma de espiral sobreponiéndolas.

Añadir unos dados de mantequilla sobre cada círculo y hornear 20 minutos. Pasado ese tiempo, sacar del horno y añadir un poco de azúcar sobre cada tarta. Con un soplete, caramelizar al gusto (si no se dispone de soplete ponerlo al grill del horno).

Pintar cada tarta con un poco de mermelada de melocotón, esto dará un efecto brillante muy bonito y aportará más sabor y dulzor.

Servir la tarta templada o fría. Escudillar un poco de chantilly o poner en un recipiente al lado de la tarta. Colocar los filamentos de caramelo sobre la tarta, dando volumen. Decorar con unas hojas de menta cristalizadas y alguna flor.